Se denomina “publicidad subliminal” a los mensajes audiovisuales que son transmitidos al público de manera tal que éstos sean recibidos por debajo del umbral consciente de percepción; es decir, que sean percibidos solo de manera subconsciente. La publicidad subliminal se basa en la imposibilidad del ser humano de percibir conscientemente de forma individual la sucesión de imágenes que, proyectadas en una pantalla, forman la ilusión de movimiento, mientras que el cerebro sí las percibe de forma subconsciente. Aunque durante décadas se ha popularizado la idea de que la publicidad subliminal puede inducir al consumo, incitar una necesidad o influir en la voluntad; no existe ningún estudio que demuestre fehacientemente estos efectos.